FRAGMENTO DE “DEL BIG BANG AL TEPEYAC”
Por: René Ignacio García Fernández
- Bien, ya estamos aquí finalmente –dijo con
voz cansada-, perdonad tanto trajín y felicidades por la entereza que os a
permitido continuar con esta aventura, mi primer objetivo ahora es convenceros
de que no soy un loco senil de sueños quijotescos, pero en verdad que no sé por
donde empezar.
- Y si empieza por decirnos quién escribió
el texto que encontré en el diccionario filosófico –Sugerí-
- Fui yo.
- ¿Me está diciendo que usted atestiguó la
creación del universo?
- No yo, no esta carne, mi esencia inmortal
que proviene de Dios.
- Y... ¿qué pretendía al incluir eso en un
libro de biblioteca?
- Esa es la parte más difícil de explicar
porque no tengo una respuesta del todo precisa, debo deciros que siempre han
existido este tipo de contactos durante toda la historia de la humanidad y solo
en los primeros tiempos y en circunstancias así previstas los mensajeros
transmitieron personalmente su mensaje y en esos casos sistemáticamente se
les etiquetó como dioses y semidioses,
constituyéndose sin pretenderlo en el origen de todas las mitologías que
salpican la historia; en mi caso cuando tomé conciencia de mi misión, eso de
tomar conciencia no lo explicaré por ahora, entendí que se me daba la
oportunidad de llevarla adelante yo mismo, aunque procurando no originar un
nuevo mito, pero cuando el tiempo se me vino encima decidí buscar
a alguien a quien encomendar el mensaje.
- ¿Qué mensaje?
- Solo una semilla... solo unas verdades,
evitando a toda costa el inicio de una religión más o de un mito más. Es un
mensaje a la razón, es una razón para pensar.
- ¿Seré yo quien recibirá su mensaje y de
ser así deberé divulgarlo revelando la fuente?
- Eres tú quien lo recibirá y es
indispensable que lo divulgues revelando la fuente, porque de otra forma vas a
ser objeto de cuestionamientos de los que no tendrás las respuestas.
- Pero ¿no es este un camino muy
ineficiente?, hay medios más impactantes… más seguros.
- ¿Para invitar al análisis y estimular la
razón? no hijo, no, la razón no responde a ningún tipo de estímulo que no surja
del interior de cada quien, el camino a la razón es estrecho y los intentos
masivos y espectaculares para motivarla solo generan fanáticos, ad augusta per angusta.
- ¿Por qué yo?
- ¡Ja! ahora sí me la pones difícil; ninguno
de los seres de la creación sabemos porque nosotros, yo no sé por qué yo y
mucho menos por qué tú, lo que sí te puedo decir es que mi ignorancia y mi
libre albedrío los usé en dos ocasiones anteriores para encontrar a la persona
que completaría mi misión y el resultado fue catastrófico y origen de las
angustias y carreras de ayer y hoy.
- ¿Son los que le persiguen?
- Es solo uno el que me persigue y tras él
toda la historia de mi vida temporal.
- ¿Es peligroso?
- No, es un hombre de bien, pero por ahora y
mientras crea que puede hacer algo para proteger su verdad, podría intentar
acciones poco ortodoxas para entorpecer mi tarea, sobre la premisa de que el
fin justifica los medios.
- ¿Me perseguirá a mí también?
- No lo creo
y queda tranquilo, que en cuanto los que lo controlan se den cuenta de que ya
no pueden hacer nada para detener el mensaje, archivarán el caso, así lo han
hecho por más de mil setecientos años. De todos modos asegúrate de que al
difundir el mensaje no se sepa ni tu nombre ni tu dirección.
- ¡Más de mil
setecientos años…! ¿Entonces no seré el primero en recibir su mensaje?
- Solo tú lo
recibirás, incluye información nunca antes dada y adicionalmente repite un
consejo que ha sido dado muchas
veces y que aunque forma parte fundamental de muchas religiones, no es
entendido aun.
- Voy medio entendiendo, pero… ¿y qué sigue
ahora?, ¿qué debo hacer?
- Nada diferente de lo que desees, como te
dije ya no tengo tiempo de hacer más, solo... solo acércate y deja que te
toque.
No supe que pensar y sin hacerlo me acerqué
con la humildad con que buscaba la bendición de mi madre, me sentí avasallado,
me hubiera gustado reaccionar de una forma más razonada, pero no lo hice y aún
hoy me siento un tanto cohibido de platicar la experiencia, porque no entiendo
la fuerza que me abrumó y subyugó.
Egúsquiza extendió ambas manos en dirección
de mi rostro y como no me pareció correcto sentarme en su cama y tampoco
resultaba práctico el hincarme en el suelo porque hubiese quedado demasiado
alejado, solo doble la cintura y acerqué mi frente, al toque de sus manos sentí
perder el equilibrio y estiré mi brazo para recargarme en la pared, ahí me
quedé congelado luchando por no desplomarme, un leve dolor de cabeza y un
repentino escalofrío contrastaban con la tibieza que sentía en la frente y la
tranquilidad en que se sumergió mi ánimo.
Cuando empecé a sentirme confortable todo
terminó.
- ¡Listo! ahora todo queda en ti y lo que
desees hacer con lo que ahora sabes.
- ¿Lo que ahora sé?, ¿qué sé?
- No todo lo que yo sé, te transmití todos
mis recuerdos, lo que no te di es lo que sé y aun no recuerdo.
- Pero... yo no recuerdo nada nuevo.
- Tienes que
entender que estos recuerdos no funcionan distinto de los que ya tenías; cuando
abres los ojos cada mañana no pasan por tu mente todos los recuerdos acumulados
a la fecha, bueno, pues así son tus nuevos recuerdos, se harán presentes cuando
algo lo haga propicio o necesario.
- Y... ¿por qué?, ¿no era mejor que me
hubiese dado sus memorias por escrito?
- No más eficiente desde luego, pero sí
menos inquietante para ti, no temas, cuando pongas por escrito estos recuerdos
dejarás de percibirlos como vivencias personales, y sí... tienes razón, darte
mis memorias por escrito era una opción, pero no tuve tiempo para eso.
- Pero don Juan José –le dije con la esperanza
de cambiar las cosas- yo podría haber traído una grabadora y pues... no sé...
en dos tres meses registrar todos sus recuerdos.
- No temas ni dudes, todo lo que te digo es
cierto y sobre todo no sientas que un fardo injusto cayó sobre tu espalda, si no
sientes en esto el gusto de un privilegio no hagas nada con esos recuerdos, te
aseguro que nada te acosará ni inquietará, yo... no tuve opción, muy pronto
este cuerpo no será más y mi esencia retornará a Dios.
- Dice usted que no tuvo tiempo para escribir
sus memorias, ¿por qué?
- Porque estoy envejeciendo con mucha
rapidez.
- ¿Cómo es eso?
- Tú tienes las respuestas, solo dale a tu
memoria un poco de tiempo. Ahora os pido que me dejéis descansar.
- ¿Puedo venir a visitarlo mañana?
- No mañana, por favor la próxima semana, el
miércoles al medio día.
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