Este trabajo fue publicado por primera vez en
el año 2017 formando parte del ensayo MÉXICO SIN MENTIRAS y está dedicado a
quienes estén interesados en entender los orígenes y causas de los graves
problemas que está enfrentando México.
Refleja por tanto la situación hasta antes
de que iniciara el periodo presidencial del Licenciado Andrés Manuel López
Obrador.
Los problemas cuyo origen y naturaleza aquí
se reportan están siendo enfrentados con decisión y eficacia desde el gobierno federal,
pero la inercia de siglos de una política gubernamental de saqueo e
insensibilidad social mantiene presentes sus efectos en la idiosincrasia y
comportamiento de todos los mexicanos, incluidos gobernantes y gobernados.
Se ha avanzado mucho pero continúa la
necesidad de que todos entendamos lo que pasó y sus consecuencias.
FASCÍCULO 2
¿Por qué muchos “nacos” desprecian
a los “indios”? ¿Por qué muchos “indios” no se aceptan “nacos”? ¿Qué es eso de
“La Raza Cósmica”?
VINCULACIÓN DE LAS SUB-CULTURAS AUTÓCTONAS CON LA CULTURA NACIONAL.
La vinculación de nuestros indios
con el México del siglo XXI es consecuencia de un proceso tortuoso y degradante
que ha dependido desde el siglo XVI de las decisiones de los conquistadores y
sus herederos.
Una de las primeras imágenes que
de los indios tuvo la cultura novohispana fue la de los despojos humanos que se
ahogaban en alcohol y dormían en las calles tras de que les fueron arrebatadas
sus pertenencias, su familia y todo lo que le daba sentido a sus vidas,
incluidos sus dioses. Y claro, los recién llegados de Europa, albañiles,
carpinteros, escribanos, maestras y maestros de escuela, contadores,
religiosos, prostitutas y aventureros, de inmediato concluyeron que los
pecadores indios adoradores del demonio, no merecían nada más que la vida que
tenían.
Una visión diferente la daban los
indios que estaban integrados a la milicia, o a las labores agrícolas y
domésticas sin más prestación que la comida; ellos, en su lucha por sobrevivir
estaban haciendo lo posible por mimetizarse, y muchos encontraron útil mostrar
desprecio hacia los indios que aún no se sometían.
El etiquetar a todos los indios
como ignorantes, indignos de confianza, traicioneros y despreciables, no
requirió del más mínimo esfuerzo por parte de quienes disfrutaban las mieles de
tener trabajadores gratis para las tierras confiscadas o servicios domésticos y
sexuales sin más compromiso que enseñar “la verdadera fe”.
Los miembros de los pueblos
indígenas alejados de los centros urbanos de la Nueva España recibieron la
misma calificación, pero no fueron invadidos o esclavizados, a cambio claro, de
aceptar la presencia de catequistas, el bautizo en la fe cristiana y su
colaboración en la construcción de iglesias o cuando menos de ermitas.
Con el paso del tiempo muchos de
esos pueblos se integraron a la colonia pese a continuar siendo completamente
indígenas, pero otros se mantuvieron aislados y como consecuencia al margen de
los planes de desarrollo del gobierno central.
Ahora, desde hace ya varios años
existen instituciones gubernamentales y civiles que se han propuesto pagar “la
deuda histórica” que tenemos con los pueblos indígenas, pero parece ser que a
pesar de la indudable buena fe que las inspira se corre el riesgo de apoyar su
desarrollo con una destructora integración; muestra de ello es que se ha
llegado a becar a niños indígenas para que estudien en Europa, replicando la
superficialidad de la reina María Antonieta
al proponer repartir pastelillos entre los hambrientos parisinos pero sin tener
la excusa de la malograda reina de proceder de una nación distinta de la que
trataba de ayudar.
De todo lo anterior concluyo que
las sub-culturas autóctonas existen gracias a que no se han vinculado a la
cultura nacional y que siempre que hemos hecho algo para integrarlas solo las
hemos afectado negativamente.
FUTURO DE LAS SUB-CULTURAS AUTÓCTONAS
La elaboración de esta sección me
resultó muy desgastante ya que no pude encontrar la forma de ser optimista.
Los proyectos para el desarrollo e
integración de los pueblos indígenas no dicen a las claras a que México
pretenden incorporarlos y si es al de los mexicanos que están apenas sobre la
“línea de la pobreza” no les están ofreciendo ninguna mejoría, así que supondré
que el México al que proponen que se integren es el de la clase media.
Es cierto que en el México que
eufemísticamente conocemos como de la “clase media” se ha mejorado notablemente
el nivel de vida y que cuenta entre otras cosas con un sistema de salud que
siendo perfectible está por encima del de más de uno de los países considerados
desarrollados, pero actualmente por desgracia a lo más que puede aspirar un
mexicano de la clase media es vivir siempre angustiado, con limitaciones
económicas, con un empleo mal pagado y una deuda que consume una importante
parte de sus ingresos.
¿Es eso lo que les ofrecemos a los
indígenas que hace apenas cincuenta años podían cazar en sus montes, sembrar su
tierra, pescar en sus ríos y lagunas y vender sus productos y artesanías en los
mercados de los pueblos mestizos?
Por desgracia no hay opción,
porque por más que se trate ahora de apoyarlos para que recuperen su capacidad
de auto subsistencia ya no es posible porque hemos permitido que manufacturas y
frutas de otros países desplacen con bajo precio y pésima calidad a mucho de lo
que representaba su fuente de ingresos. Así, entre otras cosas las canastas y muebles
de palma provienen ahora de China y son de bambú, los utensilios de barro son
de Taiwán, los rebozos de Corea, las tunas ya son kiwis, los jinicuiles son
lichi y hemos permitido que muchos de los insumos para la fabricación de
artesanías sean ahora de importación; también hemos secado sus lagos,
contaminado sus ríos, secuestrado sus manantiales, desequilibrado su hábitat
aniquilando muchas especies endémicas, deforestado sus bosques y construido
presas sobre sus cotos de caza.
Ya en este punto, para que las
sub-culturas autóctonas tengan futuro debemos de dejar de tomar decisiones que
no son nuestras, y en un acto de respeto y congruencia debemos regresarles todo
lo que se pueda de lo que les hemos quitado y hacer lo necesario para que las
comunidades indígenas tengan carreteras, agua, electricidad, internet y acceso
al sistema nacional de salud. Es fundamental
que esto se haga no con la idea de que tenemos que pagar una deuda histórica,
si no de que nos es indispensable recuperar las raíces de nuestra nación.
Dije al presentar este trabajo que
no intentaba convencer a nadie de nada, pero ya que decidí compartirlo me
siento ahora obligado a argumentar un poco sobre este asunto de las raíces
culturales porque es en verdad muy delicado y hay quien las considera
irrelevantes porque su presencia en nosotros es intangible. Yo personalmente
estoy convencido de que un pueblo sin raíces o con raíces truncas no puede
tener la cohesión necesaria para subsistir, pero ya que los mexicanos estamos
acostumbrados a renegar de nuestras raíces, entiendo que hay muchos que piensan
que nada pasará si nos quedamos sin ellas, por eso me permitiré abundar un poco
más en las razones de mi sentir.
Para empezar las raíces culturales no aportan ADN, eso lo aporta la
sangre, lo que aportan la raíces culturales es espiritualidad y en el caso
de la nación mexicana su espiritualidad tiene muchas y variadas raíces, por eso
existen personas y grupos que se pueden dar el lujo de despreciar algunas, lo
que no pueden es asegurar para ellos la ausencia de las enfermizas actitudes
sociales que identifican a quien no tiene un acendrado orgullo de pertenencia a
su nación y que irremediablemente van a afectarlo en cualquier lugar en donde
viva, ¿se imaginan lo que le hubiera pasado a la nación judía sin su admirable
sentido de pertenencia?, bueno pues sería un pueblo que se hubiera acostumbrado
a vivir mirando para arriba a los pertenecientes a otras naciones como lo hacen
muchos mexicanos.
Nuestras raíces son indígenas, pero
también españolas y africanas, tenemos influencias orientales de los migrantes
que llegaron por el estrecho de Bering, después, fantásticas migraciones
secundarias hicieron que muchos pueblos de muchas regiones de México reporten
orígenes Incas, Olmecas y Mayas, conformando un mosaico cultural que aún no
desciframos, indescifrable también pero sin duda trascendente es lo que a
nuestra espiritualidad ha aportado África, porque esa es la región del mundo en
dónde más millones de años el hombre ha contemplado las estrellas y por el lado
español nos toca otro galimatías de influencias que para no enredarme demasiado
solo diré que también somos herederos culturales de Grecia, Roma y Arabia. Por
eso José Vasconcelos acuño el término “Raza Cósmica” para nuestra nación, pero
solo lo seremos con raíces sanas, de ahí la importancia de revalorar la parte
indígena de nuestra génesis, de ahí la necesidad de impedir que la desaparición
de las sub-culturas autóctonas se constituya en una evidencia fatal de nuestra
insensibilidad y nos marque sin remedio para convertirnos en una raza indefinida,
no en una RAZA CÓSMICA.
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